El rentismo es anti-ecológico:

«El 1 por ciento más rico posee casi el 50 por ciento de la riqueza del mundo. El problema de esta clase de desigualdad es que los ricos se convierten en rentistas. Cuando acumulan mucho más dinero y propiedades de los que jamás podrán utilizar, los alquilan (ya sean inmuebles residenciales o comerciales, licencias de patentes, préstamos o lo que sea) y, como tienen un monopolio en estas cosas, el resto del mundo queda obligado a pagarles alquileres y deudas. Esto se denomina «ingresos pasivos», ya que van a parar automáticamente a quienes poseen capital acumulado sin que tengan que trabajar a cambio. Desde la perspectiva del resto de la población, sin embargo, esto es de todo menos pasivo: la gente tiene que intentar desesperadamente trabajar y ganar más de lo que necesitaría en otras circunstancias solo para pagar alquileres y deudas a los ricos. Es como una servidumbre moderna. Y, al igual que la servidumbre, tiene graves implicaciones para nuestro planeta. La servidumbre fue una catástrofe ecológica porque los señores obligaban a los campesinos a extraer de la tierra más de lo que necesitaban, todo para pagar los tributos, lo cual provocó una degradación paulatina de los bosques y los suelos»

—Menos es más, cómo el decrecimiento salvará el mundo (2021), Jason Hickel

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